Cuando decimos adiós, es fácil comenzar a caminar al lado contrario de la persona que dejamos atrás, es fácil caminar. Lo difícil es guardarte las lágrimas, las palabras, los recuerdos que se atoran en tu garganta, y lo peor, no mirar atrás.
Juré que no volvería a mencionar tu nombre con amor, que cada vez que alguien me mencionara tu existencia mi indiferencia sería mi armadura contra nuestro adiós, pero no fue así, solía sentarme a escuchar a nuestros amigos hablar de ti, de lo bien que te fue en la vida, y como dejarme atrás fue la mejor decisión que tomaste. Cada noche pensaba en ustedes, cuál sería su rutina, se cepillaban los dientes juntos, quizá tomaban una ducha o hacían el amor antes de dormir, despertaban y se sonreían el uno al otro, con un beso comenzaban el día mientras yo, me quedaba con un adiós y muchas noches de insomnio.
Cuando decimos adiós, no basta comenzar a caminar, a veces quien se va es quien sufre más, a veces quien descubre que sobra y tiene que irse, es quien menos quiere comenzar ese nuevo camino, pero lo hace, lo hace porque caminar es fácil, renunciar, es fácil, olvidar, y vivir en el olvido, es lo que realmente duele, lo que mata, cuando decimos adiós.
Comentarios1
Así mismo es, amiga. Buen escrito. Un placer leerte.
Abrazos, Soki
El placer es todo mío, saludos...
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