Eres tan sólo una niña y al mirarte caí en tus cascadas. He sido arrastrado por tu corriente miel abajo, llevado lejos, a lo profundo de las más bellas almas.
Eres el olor de la tierra que acabas de tocar y al respirarte me dejaste sin aliento. Me hacés flotar en tu aire, en tu espacio, entre tus nubes blancas.
Eres el renuevo de cada mañana, el capullo de mil tulipanes. Al rozarte, despertás cientos de sensaciones suaves, inigualables, inimaginables, perfectas.
Eres el retoño de la semilla de fruta fresca recién sembrada , la dulzura de sus flores, el néctar que me sacia, agua dulce que provoca el desear beberte.
Eres tierra fértil, la suave brisa del mar en calma, la música que despierta las pasiones, la ternura de los niños y el amor en sus canciones.
Eres la madrugada cálida, la noche fría, la brisa fresca, el amanecer que me trae una nueva esperanza, la esperanza desenfrenada de verte, de tenerte, de buscarte por todos los rincones y así, poder amarte.
C.
- Autor: Carlos Güell (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de junio de 2017 a las 01:59
- Comentario del autor sobre el poema: Carlos Güell / Eres / Martes 27 de junio del 2017 / 4:25 pm
- Categoría: Amor
- Lecturas: 74
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