Nace una vela,
Caliente y pálida,
Se alzan unos ojos nuevos,
Verdes con el alba infinitos.
Canta firme el ruiseñor
Acogiendo armonías celestes,
Y planta, así sin más
El llanto del ánima más célebre.
Nace aquí, allá, por doquier,
El tono de la vida,
Que de miserias nos resguarda.
Nace, al alba, el triunfo
de espíritus inquebrantables,
el hombre; la música.
E.
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