Mis miradas son un alambre en el horizonte
para el descanso de las golondrinas.
Vicente Huidobro
Tras una hora de camino me detengo.
Me asomo a la cornisa que me precipita
sobre el río para imaginarme un atisbo
solo de lo que sería despeñarme en
libertad contra sus aguas profundas.
No me tienta el suicidio, Dios me libre,
pero menudear bordes deslizantes, de
arenas que se entregan al agua llovediza,
crea costumbre, mi curiosidad obraría el
resto.
Alterno la mirada hacia abajo con la vista
al frente, hacia la vida que me aguarda al
otro lado del paréntesis que se precipita
al mar sin percatarse de su destino.
La sangre que sube y baja con la premura
de pensarse repudiada, decide agolparse
en un capilar escondido bajo la paja que
esconde la aguja.
Decido cruzar el río por los puentes que
me acercan a mis congéneres, que
generosos alzan sus brazos para apretarme
contra sus pechos llenos de amor hacia lo
poco que represento, pero que es un poco
único, inédito... ahí reside el valor.
Me agarro a la vida como un vagabundo
que pide árnica después de la repulsa.
La noche me seduce como perra en celo
enfundándose sus mejores pieles, sus
mejores celajes, que se ofrecen como
descanso a mi mirada. Atrapo horizontes.
La tempestad no sale a pasear sin su calma.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de julio de 2017 a las 20:19
- Comentario del autor sobre el poema: La tentación es la mano salvadora que te alarga la vida para probar si eres digno de ella.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 96
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, Alexandra L
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