Ahí,
justo en las manos
de la madre,
justo en el rostro
del papá
que regresa del trabajo,
estás tú,
Señor, Dios Padre
todo Poderoso,
Ahí,
cuando juego
con mi hermano,
Estás Tú,
Dios de Israel,
todo Poderoso,
porque tu poder
es el Amor.
Ahí,
cuando estás triste,
preocupado,
cansado,
estás Tú,
Jesús,
Salvador,
tendiéndonos las manos,
ofreciendo ayuda,
sin condiciones,
sin manipular,
porque Tú,
Señor Jesús,
salvador nuestros,
tienes un corazón infinito,
donde todos cabemos.
Ahí,
cuando todo falte,
estás Tú,
Espíritu Santo,
con ese fuego
de sanación,
llenándonos de Vida Eterna,
porque eres el Amor
que fortalece,
la canción al amanecer,
calor espiritual,
luz celestial,
llama eterna
que ilumina,
fuego que enciende
nuestras almas.
Ahí,
cuando estamos solos,
está Ella,
orando en silencio,
implorando por mí,
mi esposa,
mis hijos.
Yo la siento,
ahí,
con sus manos extendidas,
como lo hace una Madre,
Virgen celestial,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ayúdanos a recibir a Jesús
en nuestros corazones,
Madre de Dios,
¡El Señor es contigo!
Enséñanos a esperar todo
del Amor de Dios Padre,
Del Hijo y
Del Espíritu Santo,
¡Amén!
- Autor: Gerardo Barbera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de julio de 2017 a las 07:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
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