Ese determinado día, al ser bajamar, la contemplé
escorada a estribor. Ella se mantenía inquieta,
esperando la subida de la marea, con la finalidad
de partir con la misma alegría de cada día, regresando a
su sutil balanceo.
La contemplo en su descanso, y aprecio como tiene
la mirada puesta en la lejanía, donde se divisa el
devaneo del oleaje con cresta de espuma blanca...
En su condición, permanece el deseo de surcar el
lugar de sus sueños, donde el mar, se muestra
embravecido, y el cielo se acerca a ella, tendiéndole
su manto azul pastel.
¡Cuando llegó el esperado momento de su partida, me
limité a contemplarla con serenidad, viendo, como
se confundía en el horizonte, el cielo, el mar y los
deseos!!.
- Autor: emiliodom ( Offline)
- Publicado: 9 de julio de 2017 a las 02:50
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
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