Que la muerte me encuentre plantando mis coles,
pero sin preocuparme por ella, y menos aún por
mi jardín imperfecto.
Michel de Montaigne
No se que me pasa.
En el transcurso de los tres últimos días
transcurro por las aceras como perdido,
trasconejado, como si un hurón hubiera
entrado en mi madriguera, y no pudiera
salir con la presa, es decir, conmigo de
la boca, porque se quedara atrapado en
la boca (de la madriguera se entiende).
No es tanto nadar sobre negro lodazal
cuanto sentir que bajo mis pies palpita
una nada que cada día que pasa deja de
serlo, para ser todo, todo lo contrario...
Estoy en la fase de la partida en que más
estoy disfrutando, en que más me alegro
de haber acudido a este bar a echar la
monedita que me sobró del café para
recordar adrenalinas infantiles, niñez
de minutos que duraban horas y de
universos que eran solo uno: aquel
del disfrutar sin campanas que avisen
de que el recreo ha terminado.
Es el momento en el que los juegos de
probeta que inicié en mis albores van
dando sus frutos, productos químicos
que me permiten entender mejor, sin
por ello faltar a la humildad de quien
olvida sus arreos doctorales en casa por
no caberles en los bolsillos.
Puedo vibrar ahora a los sones del mejor
preludio que de ópera pueda imaginarse.
Tengo los mejores músicos aderezando
mi cámara, fútil jergón pero suficiente.
Tanto mis coles como mi jardín están
tildados de una imperfecta perfección,
y están compuestos a pedir de boca
para cortejar a cualquier Parca de
pacotilla que me venga a buscar...
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de julio de 2017 a las 20:47
- Comentario del autor sobre el poema: Nadar sobre arenas movedizas hacia la esperanza de lo incierto.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 15
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.