Ella era cándida, ingenua.
Una flor arraigada por la raíz
de la amargura y de la mísera soledad.
Hechicera infecunda,
diosa de los aposentos del libertinaje.
El fuego ascendía en el mármol
de su piel,
la ornaban en sus rojizos cabellos
las furias malditas desde el olimpo.
En donde la transfiguraban
en la misma soberana representación
de la soberbia.
En su más alto esplendor influenciada
por aires putrefactos,
cayendo en sus delirios místicos.
Reinaba el narcisismo y el clamor
de la avaricia en el seno de una humanidad
devastada.
- Autor: Lara Plath (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de julio de 2017 a las 22:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 118
- Usuarios favoritos de este poema: aliciaenelpaisdelasagonias
Comentarios1
Me encanta el vocabulario que usas. Muy sentido el poema
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