Al final de un atardecer fingido
en ósculos, asoma una auroral
tiniebla con un médano del mal;
y siento pena de haber vivido.
Y son tan tristes esas inscripciones
en sus bordes mortales, que los dioses
lograron escribir: «¡Quinientas mil hoces
en nuestra piel, y lloran las canciones!»
Un relámpago cae en su desmayo,
y de su aristocrático versar;
una brizna suplica: «¡se fue el mar
en tus pupilas cándidas de mayo!»
Allí, en la calidez de tus dos labios...
pude hallar in fragantis a los sabios.
Derechos reservados de autor
David John Morales Arriola
- Autor: John Morales (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de julio de 2017 a las 11:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 96
- Usuarios favoritos de este poema: Maria Hodunok., Marc Tellez Gonzalez
Comentarios2
Precioso y dulce poema de amor . Me ha encantado leerte. Un abrazo Jhonn.
Youna vez tube una hos
qe cortaba maas qel sol de mediodía
yalumbráva maas qe luna florecía
en el mayo de la brisna en la pupíla.
Yún ralámpago cayó sobre mí vos
arrasando los matices de mí álma
yen el mónte mi suplicio se qedó.
Jeejijooo
Un saluti amico John.
El Despi.
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