El dulce canto de unos ruiseñores en el balcón y al amanecer mi profundo sueño despertó, las puertas estaban abiertas por la noche de calor, me levante dirigiéndome hacia el balcón, aun había medias luces y los faroles iluminaban la poca oscuridad de las calles.
En silencio con pasos cortos y poco a poco, la habitación aún estaba con poca luz, cuando llegue al balcón, mire tu desnudo cuerpo reluciendo como el sol, dormida y bella como una flor hermosa en el amanecer.
Pose mis manos en el barandal y mirando hacia el cielo quede prendado de lo maravilloso que es vivir cada día, corría un poco de aire fresco lo notaba en mi cuerpo, pero se cortó y sentí tus manos en mi cintura y el suave contacto de tu cara sobre mi cuello y mi espalda.
Me volví y nos abrazamos, quedando la cama vacía con los surcos de las huellas que nuestros cuerpos dejaron esta noche de apasionado amor en las blancas sábanas, te acaricie tus largos cabellos rubios que el sol los iluminaba para convertirlos en hilos de oro.
Como la mañana estaba muy agradable nos aseamos y nos vestimos y decidimos desayunar en una terraza, para después dar un paseo mañanero por el parque o por la ciudad, pero los planes por el camino solo salen.
© José Cascales Muñoz
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24 de Julio 2017
- Autor: José Cascales Muñoz ( Offline)
- Publicado: 24 de julio de 2017 a las 17:58
- Comentario del autor sobre el poema: Las noches son para amar, conspirar, luchar, pensar, escribir y de días es para pasear y gozar junto a ti, con el fresco de la mañana y el aire que logra acariciar con tus cabellos tu fina cara como yo la acaricio en las noches y madrugada.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 93
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