Surge el relámpago y toca la punta del cielo el árbol solitario de raíces como anclas, calcina sus venas de sangre-luz; hojas de lupa solar oxidan el agua de sus frutos; podrá como lacero rondar incierto en su mensaje viajero viajero; e inmolar tempestades de corazón herbáceo, y el aguerrido menester agitar cimientos vivientes, resquebrajarlos y destrozar hasta el hartazgo los destellos de las rocas arborícolas.
¿De dónde fue el cilicio? ¿De dónde murió la carne? tantos semblantes que han rasgado, erupción de lágrimas que retumban con su precipitado golpeteo en el cielo. Vuelvo la mirada, el paisaje es extraño: en las vísceras de la montaña bullen las flores, sangra la tempestad encandilada, hasta logro presenciar el titubeo de la muralla que se irguió con cenizas vivientes.
Ábranse los espejismos… No, cierro mis ojos, (dolor de párpados) es la amnesia de su sueño.
La ventana abierta, creo que abrió sus hojas por sí misma; humo rojo o bruma penetra y murmura con malicia, intimida su sola figura, más aún su habla de querella.
Grandeza expelida de los dioses, pequeña fe como juego infantil; como buscar magia extinta en décadas pasadas.
El crepúsculo es respuesta absurda, quiero luz amarilla, guirnalda distorsionada de locura. Evita el llamado de la mar que jadea y quiere seducir la hondura de mis embelesos.
Miro la forastera fibra delgadísima, de cáñamo; en mis oídos aún siento la última campanada, son los carruseles y sus caballitos detenidos.
Logra el ruido distante acercarse. Voz ininteligible y asomo a comprenderla, mas la voz de confusión agita con vehemencia sus enfados como persuasiva cordura.
- Autor: Jesús Oscar Ugalde ( Offline)
- Publicado: 8 de agosto de 2017 a las 23:52
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 25
Comentarios1
Es bueno, eh..
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.