El perro feliz,
indiferente,
come lo que sea.
El viejo se desploma,
se hunde en el lodo
de su terror,
teme desaparecer,
a lo desconocido,
la muerte,
a la seguridad objetiva de la muerte;
teme a la oscuridad de la fosa,
a los dos pétalos de algodón
que colocarán en su nariz,
le teme al infinito,
a la lejanía del cielo,
al demonio,
al infierno…,
le teme a Dios.
El perro se cansa de caminar
y duerme
bajo la sombra.
La tarde muere.
- Autor: Gerardo Barbera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2017 a las 12:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 77
- Usuarios favoritos de este poema: Alex R. Palacios
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