*La vi caminar ensimismada bajo el sol de media tarde
*andaba como quien ha de afrontar la jornada, mientras los pulmones inhalan y exhalan la perpetua desgana.
* Yo estaba sentado en una banca, soportando el hastío que provoca la monótona jornada.
* Y la perpetua charla que entre colegas se acostumbraba.
* El importunio de un zagas saludo la hizo sosegar su implacable andar.
* Su rostro giró, acompañado de su cuerpo, y con forzadas palabras respondió obligada al saludo.
* yo como espectador, enmudecido y ensordecido, hice nulos mis sentidos, otorgando a mis ojos libre albedrío
* recorrieron calmos y ansiosos, constantes y presurosos, su contorno, su cuerpo, sus manos, fueron libres para caer esclavos de mi deseo.
* Y así, mi mente ensimismada, preservo el recuerdo, de ese primer encuentro
- Autor: Jose Angel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de agosto de 2017 a las 00:07
- Categoría: Amor
- Lecturas: 57
Comentarios1
es un error darle esa libertad a los ojos, pues son desconsiderados y traicioneros y al final, siempre te exponen y te evidencian aunque tu no lo quieras. Saludos, me gustaron tus versos de ese detallado primer encuentro.
Hay miradas que lo dicen todo y ojos que no dicen nada...
No siempre es un error, por algo esa mirada fue la primera conversación de muchas otras.
Un gusto que lo hayas disfrutado:)
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