Ella sólo quería ser libre de las ataduras que habitaban su cuerpo.
Muchas veces se apoderaban de ella, la convertían en su
marioneta, la movían hacia un destino u otro.
Uno de esos destinos compartía amistad con el miedo y el
otro destino con el coraje.
La marioneta creía que era libre en sus decisiones.
Creía elegir sobre su destino.
Así transcurrió su vida, murió de vieja por una enfermedad a la
que también adjudicó al destino.
Aunque esa ultima noche antes de morir, la vieja escuchó el
ruido de sus cadenas. Pero ya era demasiado tarde, al rato
había muerto.
- Autor: Cronopio 62 ( Offline)
- Publicado: 22 de agosto de 2017 a las 00:22
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 35
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