De repente apareciste en mi vida
Y aún no encuentro cómo agradecer
ese terror inmóvil de diana de arco
que sabe que será tocada en el centro
y no puede, ni quiere evitarlo
El terror inmóvil de las hojas altas
de ese árbol que frondece altivo
y no sábe por qué maravilloso efluvio
surca el agua desde sus raíces
para reverdecer sus hojas
Y yo miré las estrellas en tus ojos
y supe entonces cual era tu nombre
No ese con el que tu madre te llama
sino aquel que mi vida entera marcara
y te llamé: Felicidad
Y empecé a caminar por el mundo
con la inmensa carga de tenerte
de saberte impresa en mi sangre y en mi savia
savia que sueña ser devuelta a su dueña original
Y en mí emerge con aterradora facilidad
Entre mi terror, por sentirme sacudido
desde los más hondos cimientos
hasta tu campechana manera de caminar
con ese cuerpo que con ritmo canta
y ese paso entremezclado que me encanta
La ternura me preña de tus cosas
y ya no puedo llamarte por tu nombre
o acaso es que ya lo haya olvidado
Por eso vuelvo a buscarte, ansioso
y vuelvo a mirarme en tus ojos
sólo para encontrar de nuevo esa estrella
que antes nombrara en tu honor
y que responde cuando brillan tus pupilas
y sacuden los oídos de mi corazón
y cimbra los cimientos de mi interior
- Autor: Catelgood (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de agosto de 2017 a las 23:42
- Comentario del autor sobre el poema: Decir más es decir menos...
- Categoría: Amor
- Lecturas: 61
Comentarios1
¡Qué lindo!... Ser tu musa debe llenar de orgullo a quien te inspire Catelgood... me hiciste recordar tanto...
Gracias Diáfana... el mejor homenaje que puede tener un escrito, es que algo conmueva en quien lo lee, así que es un honor su comentario... Y bueno, la musa está ahí, ahora esperemos que ella lo sepa... (risas)
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