No despierta ningún cuerpo mío si deja atrás su poesía.
Aunque cada verso sea un muerto que se arrastra en su propia corriente,
Son mi piel y mi esqueleto.
Tantos patíbulos de pena o alegría en la garganta,
Bien podría morirme un poco en ella, por pura improvisación.
Allá marcha la poesía. Yo soy su cadáver.
Decime vos,
¿Qué es ese hambre que consume cuando ya se deglutió el banquete?
¿Qué dolor martilla la sien cuando ya se desclavó hasta la última miseria?
Porque siempre sobra algo, como una ausencia
Ahuecando detrás de los ojos,
Como un jarrón en el momento en que se cae para deshacer el piso.
Vos tampoco despertarías si dejaras atrás la poesía,
Sabés tan bien como yo cómo nos descorre el rimel de los años.
Sentís ca da sí la ba san gui jue le án do te el lomo desde el día en que naciste,
Tajeándote despacito hasta el mínimo rincón.
Yo también, por eso no la dejo atrás, cayendo como vestimenta o sentencia,
Por eso hace de mi carne su carneviva, su tiempo de condena,
Su espacio de indultos.
- Autor: Necrofagotimes (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de agosto de 2017 a las 12:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 65
- Usuarios favoritos de este poema: Santiago Miranda
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