A veces me adelanto a tus palabras,
como si supiera aún lo que callas.
Una a una las voy desgranando,
cual gotas de racimo de lluvia enamorada.
A veces, las aprietan mis manos,
porque tus palabras: son más que esa suave música
que oyen mis oídos, cuando te amo.
Trepan por las paredes invisibles del aire;
se arremolinan en mi alma como las hojas
oscuras en las narices del viento;
se quejan, se arrugan, se tuercen
como las ramas, en el otoño de alambre.
Construyen mi tristeza o mi alegría, con ladrillos
de barro o de paloma.
Mujer: yo escuché a veces tu voz muda,
cuando apenas nacía en tus labios.
El día viajando en el tren del verano.
Solos…
A veces, tristes y lentos como un eclipse.
Entonces: yo me inclino a tus palabras,
más allá de la dicha o el engaño.
El cielo. El cielo…
El mar nos trae su voz soltera,
en azules pergaminos de espumas.
La luna hace rodar palabras
montadas en caballos blancos.
¡Ay! Yo vi a las gaviotas confundidas,
picoteando a tus palabras en el trigal de tu boca.
Porque después de todo: tus palabras son más que esa
suave música que oyen mis oídos, cuando te amo.
- Autor: josepanton ( Offline)
- Publicado: 30 de agosto de 2017 a las 00:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 29
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