El adiós que nunca quise darte

Heber Snc Nur

A veces me mirabas, sonreías
y era como si el atardecer más bonito
hubiese decidido adoptar la forma de tus labios.
He deseado tantas veces volver a aquel sitio.
Llenarte las manos de flores,
la boca de sonrisas,
el cuello de besos.

He amado tu cuello, ¿sabes?
Esta es una de las cosas que nunca te dije.
También tus mejillas, tus pestañas, tus orejas.
Eras preciosa en aquel pasado
y hoy sigues siéndolo en mis sueños.

Te maquillabas apurada y a veces con calma.
Solías tener una manera de caer en la cama,
tan cansada, que ganas me sobraban
de acostarme a tu lado.
Luego veías el techo, suspirabas.
Yo sabía que la paz tenía algo que ver con que
me miraras a los ojos, buscando respuestas
y con que me abrazaras sin mediar palabra.
Sabía que el amor nacía cuando te acostabas en mi pecho,
cuando nos tomábamos de las manos,
y el resto del mundo nos dejaba en paz sin rencores.
Los días se nos hicieron largos,
las noches siempre demasiado cortas.
Vivimos encerrados en aquel invierno
de unos cuantos metros cuadrados
y viajamos a tantos lugares con un abrazo.

Claro que eso y casi todo lo que escribo
forma parte de la recreación de una vida a tu lado.
Nunca mis manos sostuvieron las tuyas,
nunca te vi dormir de madrugada,
nunca salí contigo a cualquier sitio,
ni quedábamos para vernos tras el trabajo.

Eso duele. Saber que no exististe.
Saber que no te tuve
ni un segundo, siquiera.

Saber que te quedaste detrás de mis ojos,
a una eternidad de distancia de mi boca;
que luego las palabras que dije nunca te llegaron
y que el viaje de aquel sueño se prolongó demasiado.
Todos estos recuerdos son tan ficticios
como el adiós que te di aquella noche,
como aquel café en el que nos conocimos,
como aquella playa en cuya orilla descansa tu nombre.

Y sé que contigo hubiese sido feliz.
Sé que no me hubiese hecho falta extrañarte,
tampoco dudar si me creías cuando decía que te amaba
porque lo tenías claro desde el principio.
Hoy he confirmado que eres tan hermosa como imposible.
Quien te quiera lo comprenderá de inmediato
tal como yo he llegado a aprenderlo de memoria.

Y seguirás sonriendo allí por donde pasas
y los hombres seguirán soñando con caminar contigo.
Tú serás tan libre como aquellas flores que te gustan
y adornarás la vida de quien sepa merecerte.
Seguirás floreciendo incluso en invierno
y el amanecer de tus ojos iluminará el mundo.

Este es el regalo de consolación que me queda:
Mientras yo siga siendo capaz de escribir,
no hará falta la noche para abrazarte,
ni el calor de nuestras manos,
ni amar tu cuello, ni verte dormir sonriendo,
ni echar raíces ahí por donde tus pasos dejan huella.
Yo cerraré los ojos siempre que quiera
para traerte de vuelta y decirte muy bajito
sin que nadie pudiese escucharme,
que esta vez no quiero despertar si no es contigo.

Contaré atardeceres con mi bolígrafo de testigo,
dibujaré nubes en el cielo, planetas en el cosmos
y en aquella playa que nunca existió,
borraré tu nombre de su orilla
para que existas invisible,
para que te escondas en mi suspiro,
tan perdida como cuando llegaste,
tan hermosa como cuando te quedaste
y tan triste como cuando te fuiste.

Aquí el adiós que nunca quise darte:
te quiero.

Echarte de menos duele demasiado
y ni tú ni nadie sabe cuánto es demasiado.

Asume que te quiero y yo asumo que me olvidas.
Yo firmo con mi muerte en vida y tú con tu vida por delante.
Este es el trato irrompible y vitalicio.
Había demasiadas letras pequeñas
y te juro que no me había dado cuenta.
Tienes que creerme. 

  • Autor: Heber Snc Nur (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de septiembre de 2017 a las 18:25
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 73
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Comentarios +

Comentarios3

  • Joseph Octavius Moral Lope

    Hay muchos versos valiosos en tu poema, me ha gustado mucho. Saludos.

  • Douglas Landaeta T.

    EXCELENTE POETA MUY NUTRIDO Y SENTIDO EXCELENTE SIN DUDA

  • Angel de Palabras

    A eso le llamo yo Inspiración
    Excelente por donde se le mire
    Saludos



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