Seremos dos extraños que se aman,
que se encuentran de frente sin mirarse,
ni pronunciar palabras.
Seremos completamente diferentes,
con las mismas lunas vacías
y los mismos deseos muertos en la almohada,
siendo lo que nunca quisimos,
mientras llenamos el vientre del olvido
con la mesa que no pudimos compartir
y el vino que jamás bebimos juntos.
Seremos un recuerdo que se extravió en el tiempo,
que no pudo ser historia,
un haz de luz dormido en mitad de la noche,
que no alumbró tu puerto
para que te descubriera.
Dos extraños que se encontraron tarde,
cuando ya no había boletos al mismo destino,
que viajaron con vidas diferentes
a diferentes mundos,
escribiendo historias disímiles, con la misma tristeza
que llevan en la piel desnuda
cuando se miran el alma
y se llenan de ganas que se esfuman
hasta liarse en un suspiro
que no encuentra final.
Seremos dos extraños del mundo,
dos extraños que se aman
mientras se van olvidando.
Tú seguirás como siempre, señora, tan distinta sin mí.
Yo, como siempre, escribiendo sueños
que nunca serán verdad;
y entre algunas tardes,
la tempestad de tus ojos despertará a los míos,
para saber que no estás;
y en el lugar que te encuentres
sentirás mis peregrinas palabras,
mientras vamos siendo los extraños de siempre,
los que se aman sin verse,
en una historia que pudo haber sido y no fue.
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