ALGUNAS TARDES.
Fragmento de mi libro autobiográfico
"La otra cara de Jano”.
Algunas tardes de verano, al ponerse el sol abrasador, me solía sentar en el umbral de la puerta de mi casa, para ver a los vencejos volar vertiginosamente a ras del suelo, casi tocando el empedrado con la punta de sus alas, mientras trisaban cantos de tierras africanas y prendían -con sus ojos encendidos de mirar atardeceres-, rutilantes fuegos en mi alma… y otras, me iba a pasear por las calles recién regadas de mi pueblo: me gustaba ver a los niños correr y saltar, al viejo tullido de guerra vender con su carrito verde de madera y hojalata, exquisitos polos de limón y fresa y pequeños vasos de horchata blanca… a los hombres, beber vino del Tejarejo sentados en los veladores, o en la barra de los bares… a las mocitas, pasear en el Paseo, y a las viejas enlutadas chismorrear por lo bajo: “¡Hay pajaritos, pajaritos fritos!... ¡Hay tordos y zorzales!”- Pregonaba un vendedor con su banasta de mimbre y el pelo engominado.
De vuelta a casa, un profundo olor a jazmín, a tierra húmeda y albahaca, unos novios en la puerta cortejando, y en el cielo –redonda y blanca-, la luna llena brillando.
Autor: Francisco López Delgado
Todos los derechos reservados
Comentarios2
Acabo de sorprenderme con tu fabulosa prosa poetica, eres un maestro.
Felicidades
Yedra, gracias por consideración inmerecida. Te envío un afectuoso abrazo.
En tus palabras se vive al ritmo de otros tiempos más serenos , más auténticos.
Llegan además ricos olores y destellos de poesía.
Un abrazo.
¿Y no es verdad, Azulnoche, que antes las cosas eran de otra forma, más naturales, más sencillas...? ¡Me han encantado tus palabras! Recibe un fuerte y afectuoso abrazo.
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