Y allá sentada,
desde muy niña
contemplaba el mar.
Con su oleaje,
que viene y va,
como la vida misma,
que llega y se va.
Ella fue creciendo
tan intensa,
tan consciente
de sus sentimientos,
que balancean
su pensamiento.
Con su mirada
fija en el infinito
y el canto de las sirenas.
Pequeña ventisca,
que arrojaba a sus oídos
el recuerdo de su voz...
la de aquel niño,
que nunca regresó.
Susurro de caracolas,
rugido del mar,
ella no se resigna,
espera y esperará,
el regreso de aquel niño,
para poderle amar.
- Autor: Sweet (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2017 a las 10:27
- Categoría: Amor
- Lecturas: 79
- Usuarios favoritos de este poema: Jessi Rodríguez
Comentarios2
Si corazón, pura añoranza y deseo. Gracias por comentar y disculpa no dispongo de mucho tiempo,pero te leeré.
Saludos, amiga
Muchas gracias Rafael, tan solo soy una alumna aprendiendo de todos vosotros.
Un placer leerle también
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