Estaba iniciando la temporada de verano, ya llegaba el final de las clases para inicio de vacaciones de mitad de año, cursaba por esa época la secundaria, tiempo que ahora recuerdo con mucha nostalgia y lejanía. En ese entonces sentía mi vida como una película donde yo solo era un espectador y no el protagonista, solo veía pasar mi vida dentro de un cine muy oscuro donde nadie me podía ver, me encantaba pasar desapercibido tan solo observar como transcurría la monotonía de los días, sentir las tardes calurosas, los atardeceres frescos en los que hacia largas caminatas para tomar el autobús que me llevaba a casa. Mi mente repasaba todas las imágenes y sentimientos que había visto pasar en el día pero que no me habían tocado en lo más mínimo.
Observaba y callaba, observaba mucho, principalmente a una de las compañeras de clase, ella se hacía en las filas de adelante, era difícil no sentirla, su presencia me llenaba el lugar, la observaba desde el otro costado siempre de perfil, tanto lo vi que todavía hoy lo tengo memorizado, lo dibujaba en todas las hojas siempre evitando que me vieran. Ella era muy participativa en clases, me aterraba la facilidad con la que se exponía en público, cuando yo quería estar enterrado en mi madriguera, mi deseo en ese momento era ver todo por el orificio de una cerradura desde la seguridad de mi clandestinidad. Era muy linda con una belleza clásica, sus ojos negros brillaban con la emoción, su boca pequeña me hacía sonar besándola. En silencio pase muchas veces a su lado sintiendo su aroma, mirando partes minúsculas de su piel, de sus rasgos, incapaz de decir algo que me fuera a delatar.
Mi invisibilidad comenzó a desaparecer por culpa de las matemáticas, para mi eran muy elementales todos esos teoremas, ese lenguaje cifrado eran parte de mi lógica.
Empecé a ser tenido en cuenta para hacer parte de grupos de estudio, talleres, trabajos en casas, muchos hasta ese momento no sabían que yo existía. En ese estado de popularidad involuntaria tropecé con la mujercita que veía desde lejos, estaba a mi lado, me hablaba con preguntas, yo solo podía ver sus ojos negros y su boca que se movía sin entender nada, no sé qué impresión le pude dar con mi cara en ese momento, pero yo mismo me daba pena.
Me gustaba todo de ella, su boca, sus ojos, su pelo, sus gestos, su caminar peculiar, su linda sonrisa, aproveche mis cinco minutos de popularidad para hacerme notar de ella, cambie la ruta de mi caminata a otra ruta donde el autobús se demoraba media hora más en su recorrido, para coincidir con ella en la salida de clases, hacia todo lo posible para llegar a su grupo y poco a poco separarla para hablar con ella.
Fueron tardes muy largas esperando el anochecer para planear como llegar a su encuentro en la forma más casual que podía pretender. Una vez allí hacia uso de toda mi simpatía para hablar de temas cotidianos, de experiencias compartidas en clase o de nuestras propias ilusiones, siempre evitando ser descubierto en mis sentimientos hacia ella.
Una tarde salimos temprano, todavía estaba de día, caminamos juntos hablando muy poco pero con una sensación de cercanía que me invadía, era el último día de clase antes de salir de vacaciones de mitad de año, caminábamos juntos pero rodeados de un grupo que evitaba tener la intimidad que necesitaba en ese momento.
Caminábamos, yo miraba el piso pensando que esa era casi una despedida y que la espera para verla de nuevo iba a ser muy larga, no tenía su teléfono, no sabía dónde vivía y la dejaría de ver por más de un mes. Llegando al paradero de mi autobus, me dio una sensación de ansiedad al no saber qué iba a pasar, iba a decir algo pero lo callé sin saber cómo expresarlo, guardando todos mis sentimientos, miraba su boca moverse pero otra vez no la oía, un vértigo acelero mi corazón con la sensación de vacío, de despedida.
Llego el momento de despedirnos, recuerdo que tome su mano e hice el gesto para darle un beso en la mejilla, en ese momento decidí que no iba a cerrar los ojos como hacia siempre para sentir todo su aroma, quería verla muy de cerca, quería acabar de memorizar su rostro que hasta ese momento había dibujado más de cien veces, acercándome a su cara note que no estaba ofreciendo su mejilla, tenía la cara de frente con sus ojos mirándome, mi boca iba directo a su boca, tuve la sensación de parar y disculparme, pero ya era tarde iba directo a ella, aunque quisiera no podía parar.
Sentí por un segundo el contacto con sus labios, mi mente exploto en ideas, en figuras, freno mi impulso en su boca sintiendo la humedad de un beso de verdad, roce sus labios por un par de segundos más, no sé si me despedí, pero mis ojos no dejaron de mirarla, queriéndole decir todo lo que había significado ese beso, todo lo que lo había deseado… lo que lo había esperado.
Espere un mes, un año, para repetir ese beso que no volvió nunca más.
- Autor: Jercent (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2017 a las 13:08
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 37
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