En un bosque de grosella
habitaban dos erizos,
Regina linda doncella
de bellos ojos cobrizos,
sus púas dejaban huella
deseaba cambiar por rizos.
Su hermano el señor púas
con sabiduría sermoneaba
agradece a Dios las agujas,
mientras Regina escuchaba,
espirando unas burbujas
su discurso ella ignoraba.
Soñaba tener un pelaje
terso y muy esponjoso,
como Damian el salvaje
un conejo majestuoso
que en el sereno paisaje
brincoteba muy vistoso.
Ella acudió a la pradera
a preguntarle al conejo
¿Como y de que manera,
tu pelaje yo asemejo?
Damian responde en primera
mirarte hacia aquel espejo,
aunque tus púas perdiera
te quedarías en pellejo.
Llorando se aleja Regina
muy triste y acomplejada
la eriza que nunca imagina
una garra apriete su espalda
de aquella águila asesina
hambrienta y muy enfadada.
Se enrosca y saca sus púas
ensangrentandole las zancas
librándose de esas ganzúas
rodando por las barrancas
es salvada por sus púas
que casi se las arrancas.
El águila más furiosa regresa
por la pradera busca y encuentra
al conejo le atraviesa
su garra su piel adentra
Regina es tal su sorpresa
que en agradecer se centra.
Mi hermano tenía razón
Dios me dio este pelaje
salvo mi vida la ocasión
para mí es aprendizaje
dejándome la reflexión
¡ Amar mi hermoso follaje !
MIGUEL ARTURO
- Autor: MIGUEL ARTURO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de septiembre de 2017 a las 03:26
- Categoría: Fábula
- Lecturas: 78
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