Rock star...

Antonio Recinos

 

Aquella mañana en París, despertó atolondrado luego de una noche de excesos. Los ojos rojos, los pómulos hinchados, el cabello alborotado, la barba espesa e impregnada por el olor a licor y humo de tabaco...

Enciende un cigarro, la débil llama del cerillo es una idea mas que se desvanece en la penumbra fría de aquella habitación de hotel. La cabeza le da vueltas. Hecha un vistazo por la ventana. La ciudad
Luz, hierve en aquella mañana... la cabeza da vueltas... hay náuseas...

Mira hacia un espejo empañado donde se refleja su silueta espantosa. Sacude la cabeza, apoyando su mano en la pared... cabrones mareos...

Dirije la mirada, posandola sobre el cuerpo de su mujer, que descansa plácida en la “king size” desordenada... el cabello de ella, rojo como una llama, esparcido en el blanco satén de las almohadas semejando una fogata en tiempos de espera...

Con calma, vuelve la mirada hacia el reflejo de su imagen, que había olvidado por un instante. Con detenimiento, estudia las lineas de su rostro matinal, prematuramente envejecido... mira su rostro, si, pero su pensamiento ha partido lejos, a muchos kilómetros en el pasado.

Hay un pequeño niño indefenso. Se atreve a pensar, que casi le puede palpar con sus manos, en realidad lo intenta...

Un niño temeroso, lleno de curiosidad, nota como los dioses funestos, cobran su cuota sangrienta en una calurosa y solitaria carretera que atraviesa el desierto.
En aquel instante, tiene la sensación de que huesos y músculos se estiran mostrando un joven tímido y ansioso que busca llenar la expansión de mente, con toneladas de conocimiento... Voces iracundas, le llaman desde las colinas lujosas, invocan su presencia “ven a deleitarte con los placeres que guarda la noche presurosa”...

El tiempo no se detiene, la barba espesa pica. Las luces del escenario, queman la palidez de su piel, aquellas luces le abruman, al igual que el aullar eufórico de la multitud que le aclama...

Redobles del percusionista, el acelerado ritmo del tecladista. Los hábiles dedos del guitarrista, y su voz, dan forma a un himno revolucionario que provee de identidad a estos tiempos en gran manera extraños. Sinfonía estridente, que le eleva a mundos insospechados, y que alimenta su vanidad agigantada...

Pero hoy, encerrado en su cuarto lujoso de hotel, es tan solo un grano minúsculo de arena, aliento etílico, decadencia y tormento....

“¡¡¡THANK YOU VERY MUCH FOR COMING, GOOD NIGHT!!!

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  • Autor: Govinda Recinos (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de septiembre de 2017 a las 08:50
  • Comentario del autor sobre el poema: Fanático de James Douglas Morrison
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 24
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