La experiencia es una crema antiarrugas, que te la recetan...cuando estás llenas de ellas.
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El último aliento que me quede, lo usaré para agradecerle a la vida por permitirme experimentar...la sublime emoción de amar.
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He llegado a la conclusión, que el calentamiento del planeta no se debe a la capa de ozono, el motivo de esa anormalidad, es porque estoy todo el día...pensando en vos.
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Eso de que el mundo es ancho y ajeno es muy cierto, yo ni siquiera me pude comprar...un terrenito en cuotas.
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La noche de BUENOS AIRES es igual a un tango lento, muy lento, como si estuviese resistiendo...el deseo de irse a dormir.
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Infancia, mi lejana infancia, te recuerdo tantas veces...que ya tienes gusto a eternidad.
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Era tan insensible, que solo cumplía años...nunca vivió.
Boris Gold (simplemente...un poeta)
- Autor: boris gold ( Offline)
- Publicado: 26 de septiembre de 2017 a las 08:45
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: Maria Hodunok.
Comentarios5
Retrato, Antonio Machado
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Y que reflexiones Boris...una mas real que la otra.
¿Te dije alguna vez que sos un genio?.
Abrazos, poeta porteño.!!!!
Precioso poema que me ha encantado leerte. Un abrazo amigo.
Boris:
Profundas reflexiones
que me encanto leer.
Un abrazo.
Fabuloso👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
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