EL CONTRATO

Querida princesa,

Te escribo sentado en mi anochecer de martes.
Quiero que sepas que, aunque intento olvidarte,
la luna y las estrellas me obligan a recordarte,

No es tan fácil,
y mira que yo intento mirar para otra parte.
No te busco, porque sé que decidiste ya marcharte.

Pero es inútil el negarlo,
cuando el alba se acomoda,
mi nariz se queda helada sobre el filo de tu sombra.

Es por ello que aquí traigo un contrato,
que me obliga a darle forma al deseo de encontrarnos.

Lo redacté con ambas manos.
Mientras una lo escribía, la otra distraía al corazón y lo hacía desalmado,
evitando que doliera los detalles pronunciados.

Y mi contrato cierra un ciclo enamorado,
con la firma de mi sangre en los siguientes apartados:

Apartado 1:
Mando orden de desalojo de tu risa en mi corazón. Te ruego que cuando salgas, dejes las llaves de tu alma en lo alto del buzón.

Apartado 2:
Cierra la puerta con fuerza, no vaya a ser que quede un hueco por donde seguir buscándote cuando llegue el invierno.

Apartado 3:
No olvides llevarte todos tus besos, revisa el cajón de las caricias y el armario de los deseos.

Apartado 4:
Deja abierta las ventanas, que el aire fresco de las mañanas se lleve tu aroma mar adentro, donde se disperse el sufrimiento.

Apartado 5:
No te olvides del baúl de lo imposible, ese que guardamos debajo de las cama de nuestro cuarto, ese que cada día repasábamos pero que nunca pudimos vaciarlo.

Apartado 6:
Si nos vemos otra vez, no me llames ni pronuncies mi nombre, simplemente aléjate, y deja que siga dormido y soñándote sin querer.

Apartado 7:
Sé fiel a tus principios, nunca cambies ni quieras ser, ese pájaro encerrado que vuele hacia mi nido un hermoso atardecer.

Aquí espero a que lo firmes,
y me alejo de una vez.
Yo prometo respetarlo para que dejes ya de ser,
la mujer que vivió desnuda en lo más profundo de mi ser.