El cardenal se distanció receloso de su adversario.
Elevandro Scorelli, que así se llamaba el ministro
del señor, se destacaba en las apuestas como el
máximo candidato a suceder al ya deshauciado,
a juzgar por los últimos informes médicos, el
Santísimo Padre Eugenio VI, cuyo reinado en la
corte vaticana no levantó precisamente el aplauso
del que sin duda fue merecedor por su denodado
esfuerzo renovador. Corrían malos tiempos para
la Lírica.
Elevandro se contaba entre los integrantes del ala
dura de la corte celestial de San Pedro, pertenecía,
no en vano, a una familia endulzada bajo las mieles
jesuíticas, cuyas escuelas e institutos gozan, incluso
en la actualidad, de un prestigio que para sí lo quisieran
muchas de las universidades de alto copete en Europa.
Era partidario de mantener el ejercicio curial al amparo
de las prescripciones horneadas e instauradas en el
Concilio de Trento.
Su adversario, Alessandro Scarlatti, encarnaba la vertiente
renovadora, sabedora de la importancia de la sincronía
de la Iglesia con los tiempos que corren, y correrán.
Si el elegido soy yo, se decía a sí mismo, ordenaré de
inmediato la disgregación del Instituto Romano de
Investigaciones Biomédicas (Institución erigida por el papa
Eugenio al poco de iniciado su ejercicio pastoral).
Elevandro, que era conocido en los mentideros curiales como
el papa negro, por su temprana vinculación con los Jesuítas,
gozaba de una terrible fama, de algo así como un inquisidor.
Él mismo se tenía por enviado divino para devolver la
heterodoxia que iluminó de santidad a la iglesia romana
heredera del evento tridentino.
Después de varios días de intensa deliberación, la muchedumbre
congregada en la explanada de la Plaza basilical saludó, con el
cansancio en la mirada, el blanco del humo que se expandía desde
la chimenea de la Capilla Sixtina.
Tras la embriaguez que siguió a la celebración se impuso la calma
y la preocupación entre la feligresía más interesada en el progreso
de la imagen, ya de por sí bastante rancia, de sus dirigentes.
Efectivamente, los malos presagios se hicieron carne y presencia
y la fumata blanca señaló como nefasto agraciado con la mitra papal
al temido cardenal Scorelli.
Corren malos tiempos para la Política y el Progreso...
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de octubre de 2017 a las 20:04
- Comentario del autor sobre el poema: Vienen nubes tormentosas sobre la Humanidad.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 25
Comentarios1
Muy bueno tu poema que me ha encantado leerte. Un abrazo amigo.
Me alegro y gracias Paloma.
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