Pobre alma solitaria
que recorre campos de tierra con sudor,
la soledad la encarceló a lo lejos de los olivos
manos enroscadas en lo profundo del corazón.
Y la espina, más daga que tronco,
que cuando el cuerpo canta y el alma llora,
pobre y tristes años,
que yacen en profundidad,
no pueden caer más
porque ya están en el pozo del olvido.
Y sí una risa se cruzara por el destino,
suave caricia que rápido se va
como me gustaría amarrarla y dejarla calentar,
un triste hogar en olvido,
una triste cara sin paz.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.