EPISODIOS LEGIBLES
XI
Tras la puerta me escondí
de los focos delatantes:
lejos la luz, las miradas,
distante la crítica.
Memoricé una a una palabras
que me enseñó la vida.
Conté con mis mejores aliadas:
las oxidadas bisagras
que sellaron para siempre la puerta
y por fortuna jamás podré escapar.
XII
Me sumerjo en aguas frías
para despertar mi mente.
Me zambullo en ideas progresistas,
hacen verme anticuado y mal vestido.
Estudio, leo y releo.
Recapacito... quiero ser alguien distinto...
un hombre nuevo,
reformado desde lo más íntimo
para cambiar mis juicios.
XIII
Atravesé arroyos torrentosos,
cargados de peligro
que me hicieron cambiar,
apreciar mejor mi vida.
Me aferré al ramaje letrado
de algunas consignas.
Tuve miedo a la muerte,
la adrenalina me salvó.
Mis pies mojados...
y yo, húmedo de susto,
salí al camino con ganas de vivir
hasta el final de los tiempos.
XIV
Escuché atento los latidos de mi espíritu.
Divagué en el silencio...
a mi memoria entraron los testamentos
que nutren la existencia;
asocié palabras con hechos
que hasta hoy me han acontecido.
XV
Desnudé mi cuerpo,
y sobre su piel,
centenares de tatuajes encontré:
el abecedario completo.
Había creado oraciones
con mensajes morbosos,
obligándome a cubrirle
con mis avergonzadas manos.
Lavé mi cuerpo tantas veces,
apenas descoloró aquella tinta indeleble.
Hasta hoy siento vergüenza.
XVI
Acogí en mi agenda las mejores conversaciones
que grabó alguna vez mi memoria,
subrayé palabras claves
para crear mis futuros discursos y argumentos
que podré utilizar como primicia.
De vez en cuando hojeo mi memoria,
releo sus mejores páginas
que servirán para salvarme dignamente,
en momentos de alguna persecución
o cuando quieran ponerme
entre la espada y la pared.
XVII
Advertí luces incandescentes
que brotaron desde el firmamento,
mis ojos las atraparon de inmediato
y sobre sus haces letrados
caminé hacía la verdad...
ésa, tan escondida
y que la oscuridad de mi aldea no deja ver.
Hoy puedo decir: “alguna vez vi la verdad”.
Aunque haya sido por una sola vez
me siento realizado.
XVIII
Desde este momento
disfruto de todas las lecturas...
leo a cada momento, en cada lugar...
entiendo los términos rebuscados
y todas las metáforas.
Me cuelgo de las ideas,
me balanceo en ellas. Ahora me entretengo.
Aprecio la sintaxis
que se funde junto a lo sabio.
Admiro lo suficiente a la ortografía.
Leo más de lo que escribo
porque ya todo está escrito.
XIX
Y en el rincón de mi habitación
comienzo a formar sopa de letras.
Con mi ingenio e imaginación
formo todas las palabras del diccionario;
pero me confundo
al querer armar algunos textos.
¿Será lo miope de mis ojos
que no alcanzan a llegar a las abstractas ideas
o a mis ocurrencias...?
armo, desarmo, vuelvo a repetir lo mismo...
Después de un instante me ilumino
y caen a chorros las ricas frases
inundando mi pieza.
XX
A veces me di tiempo para rezar...
ensayé poses, creé el mejor ambiente,
llegué a mi sensibilidad...
reconocí mis errores que cubren mi cuerpo,
vi también temores que día por medio siento:
la vejez, la muerte, el destino...
también he encendido muchas velas
para ayudar en lo que pueda
a alumbrar el mundo,
acercando los candelabros a las bibliotecas.
Quise ser el mejor,
pero no pude. No pierdo la esperanza... tal vez,
cuando caigan más hojas
con leyendas que convenzan
o cuando asfixien mi vista las consecuencias...
- Autor: Edmundo Onofre ( Offline)
- Publicado: 14 de octubre de 2017 a las 17:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.