Por Alberto JIMÉNEZ URE
Hasta la medianoche del Día del Sufragio,
Los «dispensadores de miedo» dispararon,
Furiosos, por calles y avenidas donde resido.
Habían urdido numerosas trampas y perdieron.
En ciertos instantes, quise salir para enfrentarlos:
Empero, con mi palabra que no huele a pólvora.
Decidí emplear el «sonido de mi inteligencia»:
No apartarme de la invisible Psíquica Cuántica
Que, pese a incrédulos, sin aspavientos extermina.
Antes de irse, Los «dispensadores de miedo»
Detonaron un potente explosivo cuya onda expansiva
Golpeó (con fuerza) los ventanales de nuestras casas.
No importa que ellos prosigan con sus trampas electorales,
Que fomenten el miedo y penurias en perjuicio del pueblo
Para mantenernos rehenes en una república que no aman.
La Libertad Inmanente e Inmutable está en la inmensidad
De nosotros: es un Derecho y Deber, no un petitorio político.
Al amanecer, declaro que cada opresor reciba su dosis de muerte.
- Autor: DEMÓDOCO ( Offline)
- Publicado: 17 de octubre de 2017 a las 07:34
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 13
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