Me reconozco el defecto, si considero la perspectiva del mandarín,
o la virtud, desde mi perspectiva, de rebelarme cada día, y con más
intensidad diría con el paso del tiempo, contra la arbitrariedad del
que se sabe depositario de la confianza, inane en la mayoría de las
ocasiones, del que dirige, del que tiene entre sus manos el volante
del poder.
Valgan estas palabras como preámbulo a la peripecia de Evandro,
que se contaba entre los integrantes de la plantilla de agentes de
limpieza de la ciudad de Río de Janeiro, allá por la víspera de una
de las redadas más sonadas de los años sesenta, en el sector este de
las Favelas.
Coincidió que salía de su casa con la detención de uno de sus vecinos,
un reconocido traficante de cocaína que perduró al resguardo del
silencio cómplice de la complaciente vecindad.
Uno de los policías, después de un detenido examen visual, lo reconoció
como compañero de juegos infantiles cuando campaban por Copacabana
entre pelotazos y pilla pillas, con la nefasta fortuna de no contar con las
simpatías de este, hasta el punto de guardar viva en el recuerdo alguna
que otra cicatriz de chirlos dibujados en el aire hasta parar en carne.
En ese momento se le encendió una lucecita en su limitado cerebro que
alumbró hasta deslumbrar la inocencia de Evandro, que no dando crédito
a la realidad que masticaba veía como ese día iba a faltar irremisiblemente
al trabajo para cambiarlo por un cuchitril insano y apestoso, en las
dependencias de la comisaría carioca.
Adobó con maestría una serie de pruebas sobre tráfico de drogas que no
pudieron ser refutadas por el abogado de Evandro, acabando sentenciado
por un delito que residía tan lejos de su conciencia como las antípodas
australianas.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de octubre de 2017 a las 19:22
- Comentario del autor sobre el poema: Nunca se sabe en qué manos puede caer el poder.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 92
Comentarios2
Ante todo reconozco la impactante fotografía del Cristo del Corcovado de Rio de Janeiro, símbolo de amor y paz, y a sus pies las fuerzas militares, símbolo de la guerra, algo extraño en verdad, como es de extraña esta humanidad que no sabe a donde va. Felicitaciones por el relato y la profunda reflexión, gracias por compartir y reciba saludos de universal amor de raquelinamor
Gracias por tu visita y saludos.
Injusto el cristo / bendice la bota / bautiza la bayoneta / justifica la barbarie a la bandolera / Gracias Alberto
Gracias a ti.
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