Nosotros hemos inventado la felicidad,
Dicen los últimos hombres, y parpadean.
Asi habló Zaratustra
El reloj de la iglesia da las cinco
El día duerme
Yo dormía
Una voz que se cuela
En mi sueño
Me asegura vibrando
De emoción
Que conoció la felicidad
Solo en un instante
Una tarde de marzo
La LLuvia imprevista barrió
La tristeza del pueblo
Ese día nada más.
El aire se adueñó después
Del aroma que pertenecía
A las flores que se derramaron
Al aguacero
Nunca se olió como en ese
Instante
Nunca más se olería así
Fue un regalo de la
Casualidad
¿Quizás hubo un Dios, solo
en ese instante, que desde
el séptimo cielo tejiera los
hilos del azar para ofrecerle
ese solo suspiro de felicidad?
Cuando desperté en la noche,
Sin luz que me guiara
Decidí
A la luz de un restante cabo
De vela
Buscar en todos los cajones
En todos los entresijos
En todos los rincones...
Sin feliz desenlace
Mas
La ilusión de hallarla
Me concedió un placer
Que me hizo sonreír.
¿Quizás sea esa la felicidad
de la que hablaba aquella
Voz
que conjuró mi descanso?
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2017 a las 20:41
- Comentario del autor sobre el poema: La Felicidad, dicen las lenguas bienintencionadas, está en el camino.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 55
Comentarios2
En la poética del universo pululan claves para hacer de ese camino una de las rutas para alcanzarla
Así será si así lo dices. Más saludos.
Precioso poema que me ha encantado leerte. Un abrazo amigo.
Otro para ti Paloma. Gracias por tu visita.
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