Pálida de silencio
rígida como un pétalo de vidrio
ausente del picaflor
y de los olores del estío
muerta como una diosa muerta.
Mis ruegos por un milagro
no tengo a quien enviarlos
y las suplicas se elevan
como el rezo desesperado
de un hereje enamorado.
Están ciegos sus ojos
y su piel encantada
es de porcelana
como la de una bella soberana.
Es una estatua de cristal
imponente como una diosa romana
distante como una vestal.
Le doy mi aliento para que respire
mis oraciones le ofrezco
aunque no soy creyente
y la sangre de mis venas
se la cambio por un beso.
Y le entrego mis ojos
para que me vuelva a mirar.
Su corazón se niega a morir 6
y yo me aferro a sus entrañas
para no dejarla partir.
Un pájaro misterioso
le da una chispa a sus ojos.
¿Acaso existen los milagros
Inescrutables
de los cristos improbables?.
Vendo mi alma a lo eterno
si es milagro del Edén
y lo acepto siéndolo
del propio averno
negando al cielo con desden.
El milagro me sonríe
la magia se produjo.
Ella ya me mira
y esta viva su alegría
ya anhelo la caricia venturosa
de sus manos de jazmín.
Ahora su piel palpita brillante
como una patena de oro fino
y esta ansiosa del beso
de saliva y de fervor.
En el aire viaja la paloma
de los suspiros
y se abren sus labios
en palabras de abejas
y en dulzura de flor.
Ya no esta inundada
de mis lagrimas
ni cubierta de crisantemos
ni de claveles ni de violetas.
Giran como molinos extraños
los milagros incongruentes.
A veces se duerme sin soñar
y también se sueña sin dormir.
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- Autor: mariano7777 ( Offline)
- Publicado: 23 de octubre de 2017 a las 00:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Vincento Ávila, Alejandrina
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