Alexis combinaba pisco (el virreinato arde) con coca cola, cortaba una rodaja de limón y buscaba el hielo. Al primer sorbo sintió como el apetecido brebaje le encendía las entrañas, revivía el estómago y abría sus percepciones. Imaginaba su dura infancia, el regalo que no pudo tener, la caída que mas le dolió o el deseo que nunca pudo cumplir. Estaba feliz.
A su corta edad llenaba de orgullo a los suyos, había sido contratado en una minera y podría ayudar a su madre a pagar el horno que había comprado para hacer empanadas.
Mientras los pensamientos se entremezclában con fuerza en su mente, el vaso descendía en su contenido y a cada sorbo un universo palpitante se recogía y se vaciaba... Había sido escrito su final, como un antiguo habitante de las milenarias tierras, escogido por los dioses para un sacrificio en la cúspide del volcán.
La felicidad toco la puerta antes de partir, caminó por el pasillo y se sentó a su lado. Le otorgó lo que el siempre quiso, el mejor auto, la mas hermosas de las casas que sus ojos habían visto, los viajes que se había representado en sus sueños, la mujer que deseó desde siempre.
Imposible sería partir mal vestido, la puerta se abrió con los pasos de la abundancia y las mejores prendas de todos los rincones de los cielos se posaron ante su vista. El color que eligiera sería el adecuado, no está invitado el mal gusto cuando un iluminado camina ante el creador.
Para deambular por una senda sin tiempo y materia es necesario llevar alimento. En la despensa de su hogar mágicamente se hizo realidad la carne, la sal, el azúcar y el maíz. Muchas veces estos faltaron, pero hoy sobraban. ¿Qué importa el peso del equipaje cuando el viaje es inmortal?
El abrazo matriarcal hizo lo suyo. Los ojos de su madre estaban sobre el, agradeciéndole sin palabras el momento eterno, maravillándose de la sonrisa antes de la extinción (sin saberlo), encerrando los miedos en una caja, el destino era suyo, pues se fusionaría con las estrellas. ¿Es oportuno hablar de limitaciones en una explosión?
Todo lo conocido se hizo polvo en un movimiento, la risa, el calor, la abundancia, la satisfacción, los sueños, el porvenir y la materialidad desaparecieron, los vidrios se rompieron, las maderas cedieron y el agua inundó todo. La tierra se remeció con fuerza, arriba y abajo, al lado y al otro lado, en círculos, intermitentemente, en replica y en precipicio... ¿importa la intensidad del fin cuando eres un elegido?
Lejos, flotando rápido en el mar divisó las luces por ultima vez. No alcanzó a decir adiós, ya estaba con el.
- Autor: Pablo de Lucerna ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2017 a las 00:10
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 27
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