Llevaba su cabello suelto al viento y un vestido que combinaba con el paisaje. Sus ojos se entre cerraban mirando el horizonte. Siempre fueron pequeños y se cerraban cuando reía.
No dijo nada, guardó silencio y contemplo dulcemente el agua moverse, ir venir al son del viento que hacía que su vestido bailara. La brisa traía consigo paz, tranquilidad, consuelo, sosiego.
-Te fuiste pronto- le dije-.
Sentí mi voz profanar la profunda paz que tenía el lugar, pero ella permaneció inmutable ante mí y siguió bailando una sinfonía de amor vida que ella misma provocaba. Me hice a un lado y me senté en la arena a observarla, disfrutaba de su vida, su alegría.
Finamente caminó, tomó su camino sin despedirse me regaló una última mirada llena de amor, sin reproches…
-Siempre te recordaré-le dije con un nudo en la garganta mientras corría hacia ella, no estaba lista para dejarla ir-. Han sido tantas las cosas que jamás podré decirte.
Ella dio una media sonrisa mirando al horizonte una vez más y yo entendí que era hora de que ella se marchase. Pero jamás pude despedirme, jamás pude decirle adiós y me quedé ahí en el mismo lugar esperando a que ella llegara una vez más.
- Autor: Paola Sanchez Morra (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2017 a las 18:58
- Comentario del autor sobre el poema: Dedicado a la partida de una prima que era como una hermana.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 81
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