Suelto tus manos, me desprendo de ti
Con silenciosos lamentos internos.
Después de tanta distancia, comprendí:
El amor no se pide, va por dentro.
Arrepentirme sería ingrato,
Contigo tuve el corazón contento.
Mas el adiós, hace ya tanto tiempo
Dejó en mí sentires de asfalto.
Pues yo sé bien cuánto te he amado.
Esa nostalgia que en el pecho siento
No ha sido causa de ningún desliz.
Es solo mi corazón resignado,
Que se guarda, aunque a destiempo
Esa certeza: poderte hacer feliz.
- Autor: Melany Devia Montoya (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de noviembre de 2017 a las 01:06
- Categoría: Triste
- Lecturas: 81
- Usuarios favoritos de este poema: Wellington Rigortmortiz
Comentarios3
Cuando el último ápice de esperanza se desvanece, como la lucidez de una estrella que insiste por perpetuarse en el tiempo. Cuando el último haz de luz desaparece y nos sorprende la penumbra, es allí, cuando la remembranza del último recuerdo; se convierte en un vano lamento. El amor solo es un recodo, que aparece transitorio, y se desvanece con el tiempo.
Me encantó tu poema, muy gráfico con un relevante valor expresivo, como un conjunto de aforismos que son imposibles de refutar.
Felicidades. Saludo cordial 🙂
Muchas gracias Neptuno, me alegra que te hayan gustado mis versos.
Saludos
*Leído.
Saludos.
soneto exequial... me gusta.
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