Hace un momento me ha referido una amiga mía universitaria, la extraña anécdota vivida por ella en la universidad de Valencia ,cuando guardaba silencio por el último caso de violencia de genero.
Estábamos reunidos en la puerta de la universidad de educación social guardando un minuto de silencio por la última mujer asesinada por su pareja, cuando ha entrado la policía nacional y ha pasado por nuestro lado guiada por el vigilante jurado del campus que los había llamado. Han ido directos hacia un grupo de chicos que estaban en frente fumando unos porros. La policía nacional ha empezado a cachearlos en silencio vaciándoles los bolsillos. Les han requisado las drogas y han tomado sus datos. Me ha parecido absurdo. Todo el mundo toma drogas en la universidad.
Yo he imaginado la situación conforme me hablaba, intentando hacerme una idea.
Nadie recordaría a la mujer fallecida en ese minuto donde todos estarían más interesados en saber que iba a pasar con los detenidos. los cuales estarían mirando al grupo de compañeros que guarda silencio por un delito, ahora por un delito leve, sintiendo seguramente vergüenza ante esa situación. Es fácil imaginar al guardia jurado sintiendo en su interior una profunda satisfacción de haber atrapado y vencido a unos estudiantes que se sienten superior a él intelectualmente , quedando la función de su trabajo ante los estudiantes, a la de mero represor. Para la policía nacional se trataría de un delito sin contratiempos, sin mucha historia. Ni se molestarían en mirar con atención a los detenidos, ni mucho menos lo harían como a los delincuentes de verdad. Más bien lo harían con cierto desprecio hacía un colectivo culto, incluso pijo, hostil ellos , a la policía. Para esos policías se trataría de un grupo de estudiantes que juegaban a experimentar el mundo marginal al que ellos reprimen con brutalidad . Y al cual seguramente nunca llegarían ; pese a lo autentico que pudiera parecerles lo marginal a los estudiantes.
Cierta vergüenza también daría comprender esta situación ocurrida en el campus universitario de la facultad de ciencias sociales, que es lo que estudia mi amiga. No tanto saber que consumen drogas sus compañeros, sino su actitud moral y estética ante el minuto de silencio que se guardaba, donde ellos ,estudiantes de alguna carrera, o seguramente esa misma, educación social, quedaban en un plano alejado a un acto que se estaba desarrollando frente a ellos para erradicar un acto de una violencia inaceptable para cualquier persona. La vida, efectivamente, es absurda, pero eso no justifica que no se tome partido.
Angelillo de Uixó.
- Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de noviembre de 2017 a las 18:29
- Comentario del autor sobre el poema: un minuto de silencio para conocernos, esta basado en una anécdota que me acaban de referir sobre el última caso de violencia de genero y demuestra que nadie sabe bien lo que hace.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Joselin Guzman
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