Él yacía en ese espacio verde mientras que los gritos se me hacían insoportables.
Trataron de alejarme pero pude abrir su corazón, gritando:
"'¡Te amo! ¡Pero baja el maldito cuchillo!"
Y el olor fuerte que él concebía se desvaneció.
La sala de espera olía a tristeza,
estuve obligada decir que compartíamos apellido.
Y lo vi a la deriva, entre la soledad y la locura.
Pero sé que él jamás me abandonaría.
Él trató de asesinar a su mejor amigo en el patio trasero,
sólo sangraba hasta la inconsciencia
y eso realmente no me interesa.
Él acabó con los sentimientos de muchos,
pero los míos siguen tan intactos como el primer día en que lo vi.
Y es tan fácil la manera en que...
sus ojos se conectan con los míos como si fueran dos señales.
Dos señales rotas.
Trató de alejarse pero se lo impedí ante todo.
Así que cumplí para él su último deseo,
lo destrocé con mis propias manos.
Porque su corazón no está hecho de basura,
y su alma no está destrozada.
- Autor: Beetlebum (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de noviembre de 2017 a las 20:14
- Categoría: Triste
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: Joselin Guzman, Arendy Nazar
Comentarios2
pasiones brutales
Slds
Es tan costoso saber amar.
Saludos poetisa
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