Era ella

Aún se repite constantemente esa imagen,
su imagen
por mi mente,
de la última vez que realmente la vi.
Era ella,
sin duda alguna,
pero había miles de capas sobre su felicidad,
sus ojos eran más oscuros que de costumbre
y su sonrisa cada vez más oculta en una que me parece tan vulgar.
Entre tantas palabras y cortesías que volaban por el ambiente
no hacía falta mencionar nada,
veía sus manos siendo solo eso,
algo formando parte de un ser.
Hablaba de un futuro
aquel que es constante e impredecible
sin nostalgia de perder nada,
pero llena de lágrimas por lo que ya no estaba más.
Suspiraba muriendo 40 segundos cada que lo hacía
prefería esos 40 segundos antes que el recuerdo más doloroso que volvía a nacer
cada día
cada mañana
cada sábana sobre su piel.
Caminaba disfrutando cada paso lleno de ella
vacío de un recuerdo que la hubiese hecho feliz,
hubiese...
Se repetía largas explicaciones cada vez que se sorprendía repitiendo cada momento muerto,
había muerto,
se había gritado que nada es infinito
nada que llene su mente y motivos lo puede ser.
Amaba escribir,
recordar que cada huida la llevaba siempre a una sublime rendición,
aceptación,
desesperación por saber algo antes que dejar aquel insípido momento de vivir.
Discutía con sus principios que habían visto tantos finales,
"eso no debería ser así"
"yo no aceptaría eso"
"pero es él..."
y reclamaba verse tan perdida dejando a un lado quien había aprendido a ser.
Sus días eran grandes,
era más firme y deseaba serlo aún más...
y era cuando volvían esos deseos de aquellas noches en días
y aquellos días queriendo convertirse en noches,
estaba ahí.
Ella dijo que seguía pasando el tiempo,
y volvía a hablar de ese futuro inevitable,
y de su evitable forma de dejar todo atrás,
de su negación hacia otras puertas
de la puerta que quizás nunca volvería a cerrar,
hablaba de su silencio
y aquella peculiar desesperación que sólo ella conocía.
Era ella,
sin duda alguna,
sentada viendo caer cada gota de esperanza
y esperando
lo más viva que podía intentar.