Pudo ser un alarido atroz de fiera herida,
mas fue silencio de estepa entumecida.
Yacía el hijo, en esa injusta partida de los hijos.
Los que miran no pueden adentrarse
-aunque lo crean-
en el desolado quebranto de esa alma.
Aún la fe tiembla y se estremece por dolida
sin encontrar el nido que cobije
la ausencia y la distancia que se ha abierto
en ese adiós eterno.
Sólo el tiempo… tal vez… sólo el tiempo.
De mi libro “De poemas que morían”. 2017 ISBN 978-987-4004-38-3
- Autor: Carlos Justino Caballero ( Offline)
- Publicado: 15 de noviembre de 2017 a las 08:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 80
- Usuarios favoritos de este poema: Jose Adolfo, romo
Comentarios2
ufffffff las ausencias poeta / día tras día tocan a nuestra puerta / gracias por compartir
Y gracias por leer y comentar, saludos.
El tiempo suele adormecer un tanto el dolor, como bien dice usted: Sólo el tiempo… tal vez… sólo el tiempo.
Saludos.
Agradezco lectura y comentario, Melba!
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