De tanto encargarte vida, por la vida.
Qué trágico el amor en tu semblante.
Qué huérfana esta orfandad en el bolsillo.
Qué leve. Qué efímero. Qué sangriento.
De tanto encargarte vida, por el tiempo.
De tanto encargarte otoño
por la piel desnuda de estos blancos lirios.
Qué rotundo este hueco en mis zapatos.
Qué rictus. Qué morbo. Qué rigidez.
De tanto encargarte otoño, a mis hermanos.
De tanto encargarte por el trigo, viento
hoy a amanecido más temprano.
Murió el que menos en la absurda
longitud de un pan tremendo.
Qué ovbio. Qué absurdo. Qué lamento.
De tanto encargarte trigo, por la paz de mis vecinos.
De tanto que regué mi odio,
sarna brotó entre mis palabras.
De tanto abrigar mi indiferencia,
dientes creciéronle al invierno.
De tanto endulzar mi egoísmo,
sólo callos hay en mis monedas.
De tanto amor que nunca he dado,
sólo tengo abecedarios rotos y sangrando.
De tanto niño. De tanta guerra. De tanto engaño.
De tanto mar. De tanto cielo. De tanta ave.
De todo ello, brótame ahora pus envés de llanto.
Arbustos secos perfilan mis palabras
y arena incandescente es el eco de mi canto.
De tanto haber encargado vida. Estoy ciego.
De tanto haber encargado otoños. Estoy sólo.
De tanto haber gritado al infinito. Estoy involuntario.
De tanto nada. De tanto poco. De tanto todo.
De tanto tanto. De tanto tanto. De tanto tanto.
- Autor: milton honor aranda herrera ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2017 a las 08:32
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
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