Discurso de la negra instruida
Mas todo ha cambiado,…
arrastra al cisne un oscuro torrente…
William Yeats
la negra instruida
perdonad la pose,
el corte arbitrario
como si me faltara
un gen, una raza, un sexo
para deambular el
paripé glorioso de la fama
energeia- grita Aristóteles
y desde la esquina umbrosa
el torrente reanima la fe
bien entrada la noche,
el reiterado mito se despoja
arrastrado por aves
que depositan con estruendo
una brizna de paja.
Blasfemo, no me enseñaron a morir
y me ocupo del derrumbe
entre piedra y piedra,
un breve olor a tierra
para muerta de muertos
de abandonos muertos
muertos de locura
muertos de muertos en lejanía
apretujados en un increíble acuario
donde la profecía cambia
el poderoso silencio
por un coreo de altillos
que desesperan la Oda
sometida a la forma
renacentista del extinto,
el cuerpo petrificado
endiabladamente robótico
y pecaminoso con la nobleza
de quien ha sido borrado
bajo ritmo perfectamente fluido,
oscurezco en la lucidez del fracaso
fuera de los hechos, la lógica se rinde,
mitad hombre, mitad mujer
mitad negra, mitad blanca,
abrevio al bajar ojos
sin disfraz, sin soberbia,
sobre el samurái
del teatro japonés
que grita No, no, no
pies juntos
como si quisiera vaciarme
de entrañas
en fabulística performance,
expulsada del antiguo elitismo
donde me nombraba el país,
escucho tibores
de lo que fue y es batalla para rango
meaderos de historia,
en el universo barajean
traición con encargos
sobre riachuelos,
aguas que limpian riñones
impregnados de tufillo
el sicodélico puzle
reparte azahares,
ennegrece tras vasectomías,
mastectomías
fotos de familia bajo candelabros
de una biblioteca milenaria
en representaciones,
nunca en equilibrio,
a menudo persuado al auditorio:
¡No os lamentéis más,
esto conserva
validez para siempre! *
entonces cedo
siempre he cedido el cuerpo
a los cuchillos
cuando repito la palabra
“dicha”
dicha la dicha
llego cuerda
al próximo discurso
discurso
discurso
discurso
discursos
a lo largo de la vida
contaminan el desliz
de la niña bonsái
bajo la atenta mirada
del soldado que mastica
soy de esfuerzo honrado:
un día no seré más de ellos,
y un día no lo fui
pero empieza el suplicio
mientras contemplo
al desconcertado albañil
que repara la chimenea
su rostro me inspira sexo
-nada, absolutamente nada
me ha inspirado un verso-
concentrada en la auto ablación
formo paripé infernal, me niego,
bajo sólidos argumentos,
pero perezco en el intento y cedo
siempre he cedido al cuerpo
y reiterado la palabra
“dicha”
no hay reino imposible
bajo el peso del cielo,
cuando sostengo
la nieve en mi mano
a fuerza he llegado al rellano,
trato de traspasar la puerta,
cualquier puerta sin temblar
he perfeccionado
la tijera y corto
pensamientos descompuestos,
cualquier palabra
me deja incomprensible
-inacabada
pero
en paz-
nada alcanza
hasta la antiquísima estrella
se desintegra al borde del barranco
he soñado desprenderme
pero absorta en la perspectiva
del cielo con el mar,
el impulso me desvía a
un superficial incidente
con el que tiro inquietud
unas semanas
más allá de toda urgencia
en un banco de niebla
fumo invierno
paso espíritu
deshago el vendaje
del mundo ruinoso
y muestro condescendencia
tenaz
he esperado milagros,
el milagro no llegó,
no llega
el milagro en mí:
haré bien lo poco que me queda,
algo muy bello está a punto de ocurrir.
* Sófocles
Del Cuaderno de la vieja negra,
Editions Hoy no he visto el Paraíso, 2016
- Autor: Margarita García Alonso ( Offline)
- Publicado: 23 de noviembre de 2017 a las 12:30
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 92
- Usuarios favoritos de este poema: Texi
Comentarios2
Constructismo. Creacionismo .
Muchas gracias, guapa.
Felicitaciones
Saludos
Muchas gracias.
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