ATRÁS EN EL TIEMPO

Julio A. Rocha

Eran las 8 de la mañana, con Camila estábamos en el colectivo, casi vacío, volviendo de un concurso de lectura al que me habían invitado como jurado. 

Ella estaba enojada e iba contemplando el paisaje que la ventana mostraba,  yo solo me limitaba a mirarla, pero podía notar como estaba pensando en un millón de cosas: el evento que estaba organizado, su vida, la familia, etc. Y entre esos pensamientos yo no estaba, y no tenía por qué estarlo. 

La noche del evento no fue muy buena que digamos, llegamos a las 18:00 hs, pensé que iba a ser rápido pero todo duro hasta las 23:00, yo tenía que estar en el escenario escuchando atentamente los poemas que los participantes recitaban, algunos eran buenos, otros era mejor no volverlos a escuchar, ella estuvo sentada sola esas 5 horas, aunque hubo uno que otro tipejo que se le acercó, pero ella los mandó a volar.
Cuando estábamos por volvernos, nos invitaron a una fiesta que se iba a hacer, le pregunté si quería ir, y me dijo que vayamos, fuimos, y ahí me embriague un poco (bastante en realidad) ella se debe haber divertido un par de horas, pero el resto de la madrugada estaba aburrida, de tanto en tanto la miraba pero la descuide durante toda la noche.


Decidí romper el silencio:

-¿alguna vez te dije que amo tu sonrisa? - pregunté

-Sí. Como unas 50 veces.

-Es que me encanta.

-¡Ya te dije, mi sonrisa es una mierda, y ahora déjame de molestar, estoy enojada, y cuando estoy así sabes que es mejor dejarme tranquila!-.

El silencio invadió el lugar.

Le tome la mano, y se la apreté suavemente, ella seguía con sus ojos en el vacío del paisaje.
Le di un abrazo, le bese su mejilla y volví a romper la paz con otra frase:

-Te quiero mucho, todo va estar bien-.

-¿Qué hora es? Me preguntó-.

-7:30, falta una hora más de viaje.

-Ag-.

Entendí que, cualquier esfuerzo que hiciese en ese momento no iba a servir de nada.
Me recosté sobre el asiento, la mire unos segundos y me cambié de asiento, no quería molestarla más.

Camila vive una ciudad antes que yo, así que cuando llegamos a su parada, se levantó, me miró, y me dijo:

-Chau-.

No le respondí.

La vi bajar, y detenerse un momento, miró para atrás, tal vez estaba esperando que yo bajara, y no es que no quisiera, me moría por hacerlo, solo que sus palabras "DEJAME DE MOLESTAR" seguían bailando en mi mente.

El tiempo parecía eterno. 


El colectivo se empezó a alejar, ella siguió su camino, y yo el mío.

Cuando llegue a casa quise hablarle, pero me sentía culpable por no haber bajado, jugaba con el teléfono, iba de un lado a otro pensando y pensando que hacer, cada que marcaba su número el corazón quería detenerse, así que preferí no escribirle.

Necesitaba un consejo y  le escribí a una amiga, para que me ayudara a entender todo,  me contestó que Camila esperaba que bajara con ella, que no me lo dijo pero yo tendría que haberme dado cuenta. Me quede asombrado por esa respuesta que pensé en eso todo el día, ¿Tan obvias fueron las señales y yo sin darme cuenta? Quería matarme, o tener el puto poder de retroceder el tiempo para bajarme del colectivo y ver que hubiese pasado.

Después de unas horas y unas cervezas llegue a la conclusión de que no entiendo a las mujeres, y prefiero no hacerlo, es algo imposible, capaz terminó loco en el intento, bueno, más de lo que ya estoy.

  • Autor: J.Erre (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de noviembre de 2017 a las 00:33
  • Comentario del autor sobre el poema: “Los hechos y/o personajes del siguiente cuento son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia." o tal vez esta no...
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 113
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