A ti, hija

Tú, la dueña de mis sueños,

un oasis en el desierto,

el centro de mi universo.

Tan pequeña, tan grande.

Ser de mi ser, alma de mi alma

y sangre de mi sangre.

El pozo sin fondo donde

deposito mi ternura.

Un tibio vergel que esconde

libertades por ventura.

Tu sonrisa es cuarto creciente

que eclipsa mi voz y mi mente.

Cuando sonríes,

la comisura de tus labios

se incrusta en tus mejillas,

y aun diría que tu boca

sobresale de tu cara:

abarcando el horizonte,

ahuyentando las tinieblas.

Que me importa si aun no hablas

de manera limpia y clara,

si con sólo una mirada

dices más que mil palabras.

son tus ojos ese abismo

oscuro y hondo que me llama,

precipitándome al vacío

sin andarme por la rama.

La cascada de ocre seda

que de tu cabeza brota,

mis sentidos alborota,

doble cara en mi moneda.

En el parque de los patos,

a la sombra de los Sauces,

fue donde nos conocimos.

Entre risa y garabatos,

dos corazones voraces

de caricias y de mimos.

juguemos a ese juego

al cual yo soy un infante,

y tú caminas delante

guiándome a través del fuego.

Mares hemos de surcar,

y hasta el océano, si cabe,

porque tú tienes la llave

de las puertas de mi andar.

Cuando nos fallen los remos

coge mi mano y volemos

sobre este mundo impostado

hacia lo natural genuino,

que jamás va de costado,

siempre es fiel y cristalino.

Quiero acogerte en mi interior,

oprimirte contra mí.

Que no te vayas de aquí

mientras dure este dolor.

Esta pena desgastante

de tenerte por momentos

en un columpio oscilante.

Cruel vaiven de sentimientos.

Tu presencia me da vida,

tu partida, me la quita.

Acaparas estos miedos

aletargados en mí

hasta ahora, fieros dedos

que me agarran al salir

del incierto devenir. 

Tengo como única meta

tu felicidad completa.

Vuela mariposa, vuela

alto sin dejar estela.

Que no te alcance la saeta

de la desdicha centinela.

Eres brillo cegador

que fusiona sol y luna.

Eres viento, eres color...

Saciedad para mi hambruna.

Déjame mecer la cuna

que adormece este temor.

Ante todo, eres flor.

Tú: la dueña de mis sueños,

el ángel de este cielo,

hada de nuestro cuento,

el centro de mi universo.