Blanca me resonabas a la luna,
has estado tanto entre nosotros.
Habías llegado de España
en un viaje con mi madre,
amontonabas bruñidas flores en tu cuerpo
sujetabas el agua y sus burbujas,
los biberones de todos los días,
las letras de harina, sonrojadas de jitomate.
Te gozabas en la bruma mientras te dilatabas,
aromabas la casa cuando ardía tu ánfora generosa,
te hacia llover polvos sobre tu cuerpo blanco,
siempre blanco,
nunca te desprendiste de tus flores,
ni de tus pensamientos de vapor perdidos en la niebla,
temblabas con el ruido metálico de tu queja
haciéndote letanía sobre braseros,
jugabas a edificar columnas de humo
hasta el techo, con su follaje de cochambre,
eras al fin, nido para lo crudo.
Conservas la quemadura de mi olvido
perdón,
te deje un día en la lumbre
y permaneces herida con hundimientos y aplastamientos,
nuestras historias son parecidas,
la tuya, un poco más inmóvil,
aún en las lumbres, resistimos.
¿Cuándo muera quién tocara tu cuerpo?
¿quién sabrá más que yo de tu historia?
ahora que hace tanto no te miraba
decidí agregar palabras,
aunque no tengas oídos,
ni ojos para verme, ni lengua para hablarme,
creo que de alguna manera nos hemos dicho todo,
y nos hemos quedado solos,
tu sobre la lumbre y yo sobre el frío
pero a veces parece o son lo mismo,
la niña creció, la abuela murió,
sé que de alguna manera lo sabes.
Me vuelvo a la noche,
te devuelvo a la estantería
con el testimonio de mis manos,
te amontono
sobre este derrocadero de nostalgias,
donde una luz azul, oscila en círculos
abriendo recuerdos como latas.
- Autor: AVELLANEDA SANTOME (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de diciembre de 2017 a las 05:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
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