Con la planta rayada,
la planta de los pies,
se tambaleaba
por las nubes
con trazos en la piel.
La piel que mudaba,
dos veces al mes,
permitiendo en la bajada
descender por simple placer.
Ya no se perdonan
las manos, las maletas,
ni en el viaje, ni en la meta.
Llega, de repente,
la mezcla homogénea,
y atraviesa la puerta,
la angustia obtenida,
por llegar a la tierra.
- Autor: Violeta Zambrano ( Offline)
- Publicado: 11 de diciembre de 2017 a las 01:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Héctor Martínez Sanz
Comentarios1
Carmela escribe cartas a gentes de todas partes del mundo a quienes nunca ha conocido, firmándolas con toda suerte de románticos nombres, jamás, desde luego, con el suyo propio. Carmela despreciaría las cartas anónimas y ¿quién sería tan poco práctico como para responderlas? Estas cartas maravillosas salen por correo aéreo, escritas en una forma celeste con la fina caligrafía de Carmela. Nunca llega una respuesta. La gente no tiene tiempo para nada realmente interesante.
Leonora Carrington
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