Que fácil fue dejarme llevar por la cálida luz que orgullosa portas. Lo busqué en tus ojos, lo busqué en tus manos pero nunca pretendí que trascendiera.
No hicieron falta palabras, nuestro entendimiento fue natural; casi podría nombrar sílaba por sílaba el mensaje nunca pronunciado.
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No tengo mucho para ofrecerte en este momento, sólo te puedo entregar todo lo que soy y logre ser aquí y ahora; acepta cada latido de mi corazón como un obsequio, porque a partir de hoy, cada uno de ellos tiene la misión de mantener con vida este cuerpo, que se ha vuelto ya tu esclavo.
Son la vida, el tiempo y la belleza en tu cuerpo el conjunto mas perfecto. Quiero mirarte sin miedo al fin y dejar que mis ojos se sequen en el vano intento de extender cada segundo en que te admiro.
Entre tus brazos no existe nada, todo alrededor es tú. La suave sensación de tu piel, llena cada parte de mi que ha sido privilegiada por la esencia del calor que hoy me entregas.
Tu aliento me hace comprender que el aire que respiraba no valía nada y emprendo un viaje en búsqueda de algún lugar detrás de tu oido, desde donde puedo observar el mundo como tu lo miras y me atrevo a indagar en tu cuello, tratando de resolver el místico misterio bellamente resguardado.
Exalto tu cuerpo al recrear con mis manos, la destreza divina con la que Dios dió final forma al barro de donde provienes y al abrirme paso con mi brazo en tu cintura, parece que fue realmente él quien le dió figura.
¡Espera! no es necesario que vayas hacia allá, indudablemente podrás llevarme al astro más lejano, pero tus labios son un gran tesoro que sólo podré poseer está noche, no quiero desperdiciar ni un momento al tenerlos lejos donde no podría ya verlos más. En cambio, permite a este servidor tuyo, limpiar poco a poco su brillo para dar paso a la verdadera mágia detrás de los adornos.
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El único lenguaje que mis labios ahora conocen, es aquel que tu piel les ha enseñado. Han aprendido el vocabulario que se extiende desde tus pies a tu corazón y de ahí a tu punto más cercano al cielo, donde mi olfato se enreda con el aroma de tu pelo.
Siento temor por pertencerte, temo extraviarme en tu ser y perder todo aquello a lo que aún puedo llamar razón. Me niego a desbordar en ti anhelos escondidos, ¡no quiero!... quiero dedicar con pasion este tiempo a tu existencia, quiero que vivas y te regocijes de todas las maneras posibles y al mismo tiempo, quiero mantener la pureza propia del sentimiento que hoy nos acompaña. Desterraré los arrebatos a morir en el olvido y convertiré la ansiedad en aves pasajeras que vuelvan tu tormenta primavera.
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Nuestras almas se han aproximado tanto una a la otra que se ha vuelto difícil y al mismo tiempo innecesario distinguirlas.
Te siento pulsar en la eternidad y logro distinguir entre destellos cada vez mas intensos el secreto de la vida misma y el motivo de mi existencia. No me importaría hacer a un lado a la naturaleza que exigente pide el acto definitivo.
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La noche tendrá que terminar; moriré en la estela sombría que quedará tras tu partida y por primera vez sabré lo que verdadera muerte en vida significa.
Nada volverá a ser igual, viviré con la idea de haber conocido la gloria más sublime, me volveré un hombre reflexivo, ensimismado por el sueño que alguna vez fue poseernos. Las horas de mis días se volverán estanques de quietos reflejos, donde podré revivir minúsculas fracciones de la vida, que vehementemente te habré entregado en un instante.
- Autor: Porfirio Tárrega ( Offline)
- Publicado: 13 de diciembre de 2017 a las 02:49
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 56
- Usuarios favoritos de este poema: Ivanna, Gab&
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