Antes yo era una canoa vacía,
con una luz a medias,
flotando a la deriva de aguas eternamente nocturnas.
El agua infinita,
era mi propio liquido interior,
esperanza y dolor,
esperanza y resignación.
Cargaba en mi pecho
cajas fuertes de hierro
con claves nauseabundas
que no guardaban nada.
Me pesaba el centro del corazón,
ansiedad aplomaba mi respiración.
Un día la tierra dio su vuelta,
sonreír abrió mis puertas,
y mi corazón se alivianó.
Encontré algo de firmeza entre la torpeza de mis pasos,
y en medio del agua eterna un pedazo de tierra resurgió.
Entonces brillaba mi corazón apasionado,
cobraron algún sentido las mareas del pasado,
y mi barco dejó de naufragar.
En algún puerto me reencontré con antiguos amados,
y mi pecho antes encapsulado por fin se expandió,
¡que dicha, que maravilla!
¡Había encontrado la cotidianidad del amor!
Y ahora de nuevo todo se ha derrumbado
y solo me pregunto: ¿Cómo pasó?
- Autor: Lechuza (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de diciembre de 2017 a las 20:19
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 72
- Usuarios favoritos de este poema: Silvestr, Jaxobiosky
Comentarios1
Excelente! muy muy bueno..
En serio me halagas mucho, gracias. Pasaré a leerte.
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