Hoy el poeta vive en un cuarto de espejos, donde se ve gordo, flaco, torcido, alargado achatado, y observa cómo cambia su pluma al describir un sentimiento, si de gordo hablará con gula, y si se ve torcido, hablará de la traición, escribirá de venganza si es que se refleja chato, solidario, si se ve alargado, famélico, si se mira flaco.
Pero cuando se queda a oscuras, cuando falta la luz, y no ve nada que reflejen los espejos, piensa, entonces, que debe escribir sobre la ausencia, la soledad, el abandono, y pensando se duerme y sueña jugando con las puestas de sol y los amaneceres, escucha los trinos y ve como despliegan sus alas las aves, también sueña que ama a una bella mujer que no le corresponde, sueña que, de repente, cuando despierte, alguien le espera…
El poeta siente miedo de provocar violencia, odio, rencor, enojos, pero lo hace, y se vuelve épico, doctrinario, severo juez de las calamidades y deterioros de las almas, como si la propia, le dictara, que sus versos coincidan con realidades.
El poeta es un escritor, que no lucra con lo que escribe, no “pasa el sombrero” cuando recita los versos de los maestros que le inspiran, es un pensador que construye el mundo a su manera, sin pan ni agua, se eleva sobre una voluta hasta alcanzar a una mariposa que se posa en el fanal de la media noche, y observa, cómo la gente mira los matices de la vida.
El poeta es la prima templada de una guitarra, cuando canta con alegría, es la voz del grave bordonear, cuando consuela, y se quiebra, cuando se arranca una cuerda en el hoyo profundo del dolor; el poeta es una guitarra que acompaña el pensamiento, que es el quehacer rutinario de los hombres que mueren asidos a la pluma…
Copyright © Rodolfo Dondero Rodo
19.12.17
- Autor: rodolfo dondero rodo ( Offline)
- Publicado: 22 de diciembre de 2017 a las 00:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
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