"Oblivious"

Norberto Osvaldo Algarin

 

El rey quedóse dormido
recostado en su poltrona,
y tapóle el diestro oído
su corona.


El bufón no dijo nada
a ese viejo rey risueño,
y acomodóle una almohada
para el sueño...


Su testa color de plata
sentía unas mariposas
por dentro, y dulce sonata
y unas rosas.


Siente a Mab, la Reina Hada,
que cúbrelo con su velo
que es de tul y terciopelo
y sagrada.


Vio en aquél sueño azul cielo
y en él cientos de avocetas,
y en un terrible desvelo
a poetas.


Y también nubes de espuma;
y Flora de origen germano
que esplende, brilla y perfuma
el verano.


Y vio también a lo lejos
un rebaño de leones:
unos mansos, otros viejos
y campeones.


Orondos, de tul de gala,
ostentando unos diamantes,
viose tigres de Bengala
y elefantes.


Sintió algún perfume griego
en esos aires benditos.
Los rayos del Sol de fuego
infinitos.


Divisó al hada madrina
pensativa, encantadora,
diseñando para China
una Aurora.


Los colores del Poniente,
llenos de gloria y orgullo,
de donde brota y se siente
dulce arrullo.


Por un puente que es de oro,
las triunfales caravanas
con el estruendo sonoro
de campanas.


Y por las aguas serenas,
en sus pacíficas olas
van a dar a las arenas
largas yolas.


Mira cómo desfilando
pasan juntos niños ricos
y pobres entonando
villancicos.


Iban piérides sedeñas
revoloteando cabellos
de las jocosas pequeñas
y sus cuellos.


Un gran enjambre de abejas
va a formar panal de mieles
a do las plantas añejas
de laureles.


Con reverencia lo saluda
una divina doncella.
Se ve impaciente y desnuda
una estrella.


En los jardines triunfales
(con mil fragancias del mundo)
vagan los pavos reales.
Son jocundo...


Ejércitos magníficos
van luciendo sus medallas
que ganaron, pacíficos,
sin batallas.


Morriones y charreteras,
alabardas y lanzas,
engalonadas panteras
¡y Esperanzas!


... ... ... ... ... ... ...


Nunca un sueño más hermoso
en la Historia se ha soñado.
¿Cuándo un niño abrazó a un oso
extasiado?


Todo en el dream arcadiano
ve el rey viejo cual vidente,
cuando una rosa en su mano
tibia siente.


Y despierta una trompeta
al rey del reino arcadiano,
el que en su sueño al poeta
da su mano.


Qué magnífico, halagüeño
-como un inmenso celeste-,
fue tal sueño del risueño
viejo este.

 

2010

  • Autor: Antranik Manoukian (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de diciembre de 2017 a las 00:49
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 14
  • Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei
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